Author
Libedinsky Tschorne, Marcos
Abstract
Arthur Vanderbilt reclama la necesidad de "jueces doctos en derecho, no sólo el derecho de los libros sino en este otro mucho más difícil de alcanzar, el que se aplica vividamente en las salas de los tribunales; jueces de profunda versación en los misterios de la naturaleza humana y peritos en descubrir la verdad en los testimonios contradictorios de la fabilidad humana; jueces sin contemplaciones con nadie, independientes y honestos, y cosa no menos importante que sean tenidos por tales por todo el mun
do; jueces que por encima de todo estén inflamados con el celo devorador de administrar justicia con arreglo a derecho a todo hombre,mujer y niño que comparezca ante ellos, y de preservar la libertad individual contra toda agresión del gobierno; jueces con la humildad que nace de la sabiduría, pacientes e incansables en la búsqueda de la verdad y claramente conscientes de los perjuicios que en un mundo febril causan las demoras injustificadas. No es fácil ciertamente encontrar jueces con todos esos atributos; pero ¿cuál de esas características osaríamos eliminar si aspiramos a una justicia imparcial? Estos jueces ideales pueden hasta cierto punto superar un inadecuado sistema de legislación de fondo y lograr fallos justos. Por el contrario, jueces carentes de dichas condiciones pueden neutralizar el mejor sistema imaginable de derecho sustantivo y procesal".
En conclusión el juez debe lograr por sí mismo la libertad espiritual,la fuerza moral y la independencia interior que le permitirá decidir los asuntos sometidos a su conocimiento exclusivamente de acuerdo a su convicción y prescindiendo de toda otra consideración extraña a ella. El juez debe sentirse soberano en la aplicación de la ley y rechazar toda coacción ajena a sus funciones