Como he señalado precedentemente, se me ha encargado la muy grata, pero ardua tarea de efectuar un Bosquejo Biográfico de don Andrés Bello López, personaje tan ricamente multifacético y, por tanto, muy complejo de asir desde un ángulo único. En consecuencia, sólo intentaré referirme con algunas breves notas cronológicas acerca de éste, que es el más grande jurisconsulto hispanoamericano de su tiempo que, sin embargo, no era abogado. Fue el hijo mayor de los ocho habidos en el matrimonio de sus padres, que a la fecha de su nacimiento eran todavía muy jóvenes y carentes de grandes recursos económicos, pero aristocráticos por sus
atributos intelectuales y su amistad con gente principal. Su padre, don Bartolomé Bello (1750 - 1800) contaba con 21 años de edad, y era abogado y compositor de música religiosa. Desempeñó el
cargo de Fiscal de la Real Hacienda de Cumaná, una de las ciudades más antiguas de América, fundada en 1520 por Gonzalo de Ocampo, donde falleció a los 50 años, en la misma época en que a su hijo primogénito, el 14 de junio de 1800, la Real y Pontificia Universidad
de Santa Rosa de Caracas le confiere el Grado de Bachiller en Artes, cuando contaba 19 años de edad. Antes, en 1796, a los quince, había ingresado al curso de Latinidad en el Seminario.
En 1799 se matricula en el primer curso de Medicina, pero no persevera en esta carrera. En la vida de don Andrés Bello suelen distinguirse tres grandes periodos: I. Caracas, Venezuela, entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, 1781 a 1810, esto es, al término de la Época Indiana, mal
llamada Colonial, cuando su ciudad natal era estimada una de las más cultas del Imperio Español en América. :" II. Londres, capital del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que estaba emergiendo como un nuevo gran imperio mundial, desde 1810a 1829. III. Santiago de Chile, desde su llegada en 1829 hasta su muerte en 1865, periodo en que lleva a cabo la mayor y mejor parte de su ingente labor de gran humanista, mientras nuestro país venía saliendo de la Anarquía, y se asentaba, a pesar de las convulsiones internas, como una de las más estables repúblicas de Hispanoamérica, situación que al parecer, entre otras, inclinó a Bello a radicarse en Chile.