Author
Caviedes Armengolli, María Loreto
Abstract
El terrorismo es un fenómeno antiguo en la historia de la humanidad. Sin embargo, el terrorismo contemporáneo ha adquirido una característica distintiva, cual es su relación en cierto modo simbiótica con el periodismo y con los medios de comunicación. Particularmente, con la televisión. Sin éstos, el terrorismo no tendría el impacto que hoy tiene, perdiendo virtualmente su razón de existir, cual es provocar temor y angustia colectiva. Hace algunas décadas atrás, cuando los actos de terrorismo eran frecuentes en el cono sur de América, particularmente en Argentina y Uruguay, con las bandas guerrilleras de los Montoneros y los Tupamaros, algunos postulaban que la mejor manera de combatirlos con eficacia era estableciendo una estricta censura de prensa que impidiera su difusión. Esto no fue posible entonces, y aún menos lo sería ahora. La tecnología y la globalización de las comunicaciones hace virtualmente imposible mantener oculta una noticia de trascendencia. El periodismo, aún a sabiendas que le hace el juego al terrorismo, debe informar para evitar que a los males ya producidos se añadan otros como la desinformación, la incertidumbre y la difusión perniciosa y desestabilizadora del rumor. De que estamos en una era de la información y comunicación globalizada, no caben dudas. Las categorías de espacio y tiempo parecen desaparecer frente a la instantaneidad con que la información recorre el mundo. Un mundo comprimido en redes electrónicas de comunicación, diría McLuhan. En este contexto, para bien o para mal, los medios de comunicación y el periodismo son un elemento de consideración dentro del juego político nacional e internacional. Los sucesos no sólo son informados por los medios de comunicación, si no que hay sucesos que ocurren para ser informados a través de ellos.